Un pintoresco veneno

En diciembre de 2018, el cometa 46P/Wirtanen pasó a 11,6 millones de kilómetros de la Tierra, unas 30 veces la distancia de la Tierra a la Luna. Este acercamiento dio a los astrónomos la oportunidad de observar el cometa en detalle, y ALMA (the Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) lo aprovechó al máximo. La especialidad de ALMA es observar los componentes más fríos del universo, como el gas y polvo, y el conjunto de antenas a menudo se centra en estudiar moléculas específicas. Esta imagen no es la excepción, ya que pone de relieve un aspecto clave: el gas de cianuro de hidrógeno en la coma alrededor del núcleo del cometa.

Pero, ¿por qué los científicos estudian un veneno infame? Bueno, resulta que el cianuro de hidrógeno es tan común como nos han dado a entender las novelas de misterio (¡al menos en el cosmos!) porque es una molécula orgánica simple que se forma de manera relativamente fácil: se ha observado en las nubes de gas y polvo que existen entre las estrellas, en cometas y en atmósferas estelares. Esta imagen se basa en estas observaciones, mostrando claramente el cianuro de hidrógeno que emana del núcleo de este cometa. Otras observaciones de ALMA demostraron que también había moléculas orgánicas más complejas.

Esto es importante porque, si bien hoy puede ser tóxico para muchos organismos en la Tierra, el cianuro de hidrógeno pudo haber desempeñado un destacado papel a la hora de desencadenar el inicio de la vida en la Tierra. Es muy reactivo, por lo que interacciona fácilmente con otros productos químicos de su alrededor para crear nuevas moléculas, incluidas algunas esenciales para la vida, como los aminoácidos. Una teoría postula que el cianuro de hidrógeno, traído en parte por cometas, disparó la química orgánica aquí en la Tierra, lo que acabaría desencadenando el inicio de la vida. La imagen de ALMA de 46P/Wirtanen refuerza la idea de que los cometas podrían haber traído ese material esencial para la vida a la tierra primitiva.